domingo, 7 de junio de 2009

El mal ejemplo

A la hora de empezar a fumar, la influencia de los padres dependerá de si se trata de un hijo o de una hija. Si se trata de un varón, el modelo que se seguirá será fumar como el padre. En cambio, si la madre es la que fuma, la hija es la que tenderá a "copiarla" en su adicción.

Así lo señala un estudio realizado entre estudiantes de carreras relacionadas con la salud de la Facultad de Medicina de la Universidad Maimónides. Según el trabajo, un chico con padre fumador tiene tres veces más probabilidades de empezar a fumar, lo que no ocurre cuando la madre es la que fuma. En cambio, en las hijas, la figura que más influye para empezar a fumar es la madre. Tener una madre fumadora aumenta dos veces y media las probabilidades de que la hija fume.

"Más allá de que la sociedad vaya cambiando, en las familias el padre sigue siendo el modelo para los hijos varones sobre adicciones con las que la sociedad es más permisiva, como fumar. Y aunque la madre no influye demasiado en el hijo varón, sí lo hace en la hija: si mi mamá fuma es porque está permitido, aunque estemos hablando de transgresiones o hábitos que no son los mejores para adquirir", dijo a LA NACION la licenciada en estadística Griselda Negri, coautora del estudio e investigadora del Centro de Investigaciones Epidemiológicas de la Academia Nacional de Medicina.

En el estudio dirigido por la licenciada Negri y la doctora Norma Luccioli de Sobel, ambas docentes de la Facultad de Medicina de la Universidad Maimónides, la influencia del hermano mayor fumador es la misma para chicos y chicas. En ambos casos, duplica las probabilidades de comenzar a fumar, aunque con mayor intensidad si se trata de una hermana menor.

"El hermano mayor influye en ambos porque, de algún modo, es el que abre el camino -destacó Negri-. Donde se permitió fumar a uno de los hijos es muy difícil que no se deje hacerlo a los demás, porque no habrá razón para retar a uno si al otro se le permitió."

Los 367 estudiantes encuestados, de entre 17 y 30 años, cursaban las carreras de Medicina (64,3%), Odontología (24,5%), Kinesiología (4,6%), Nutrición (3,3%) y Biología (1,1%). Un 50% eran varones y un 50%, mujeres. De ellos, seis de cada diez vivían con la familia y el resto solo, con amigos o en pareja. El 40% eran fumadores y el 10% eran ex fumadores, es decir que un 50% de ellos alguna vez había fumado.

Y entre los no fumadores, un 48% dijo que había probado fumar alguna vez. "En algún momento de su vida, casi el 75% de todos los estudiantes encuestados probó o consumió cigarrillos -resaltó Negri-. Muchos consideraron «probar» a haber fumado durante meses."

Cinco de cada diez estudiantes fumadores eran mujeres y la edad de inicio promedio para el 45% de los fumadores y los ex fumadores había sido antes de los 13 años.

El peso de la familia

Mientras que el 62,2% de los chicos no fumadores dijo que nadie lo hacía en su entorno familiar, entre los fumadores ese porcentaje llegó apenas al 25 por ciento.

"Este trabajo demuestra con cifras estadísticamente válidas la enorme importancia del entorno familiar en la iniciación del tabaquismo. Evidentemente, la probabilidad de que un hijo se transforme en fumador con el ejemplo de sus mayores es muy grande. Por esto, los adultos debemos actuar de manera responsable y mostrar que la adicción al tabaco no es buena", opinó la doctora Luccioli, médica epidemióloga y docente de la Escuela de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Maestría de Salud Pública del Rectorado de la UBA.

Ambas investigadoras coincidieron en el peso que tienen las figuras maternas y paternas tanto para empezar a fumar como para abandonar el cigarrillo.

"Muchos padres están convencidos de que se si les prohíben fumar a sus hijos, no lograrán ningún resultado. Pero no es así -indicó Negri-. Los adolescentes que perciben una fuerte desaprobación de los padres hacia el cigarrillo dejan de fumar."

Para la especialista, cuando los "permisos" son nocivos dentro de la familia, se produce un efecto cascada. "En esa igualdad que los hijos reclaman, estaría mal prohibirle a una mujer que fumara y dejar que el hermano fumara. Entonces, donde fuma el padre, fuma el hijo varón. Si ese hijo varón es el mayor, abre el camino a los demás hijos, sean varones o mujeres -resumió-. Y si la hija mayor fuma, también aumentan las probabilidades de que los demás hermanos fumen que si sólo fuma la madre o el padre."

En cuanto a los amigos, la influencia es mayor en cuanto a la edad de la iniciación, según halló el estudio en el que también participaron el licenciado en computación Javier Herrera y la antropóloga Nelly Piña.

"Evidentemente, el ejemplo o la figura de personas que están fumando pesa más en el inicio del hábito de manera inmediata y en los chicos que lo hacen de manera precoz, la adicción cala más hondo por la mayor vulnerabilidad que tienen los tejidos en crecimiento", dijo la doctora Luccioli.

Ambas expertas insistieron en la responsabilidad que tienen los padres que son fumadores. "Deben dar una buena imagen a sus hijos y esto incluye mostrar el esfuerzo para abandonar la adicción", concluyó Luccioli.

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